martes, 10 de septiembre de 2019

Bachilleres Inmaculada 1969


VALIÓ LA PENA


                            Ante la amable invitación de la Asociación de Exalumnos del Colegio de escribir en su revista con ocasión de los cincuenta años de egresados, hago llegar a la misma estas pocas líneas, que si bien han sido escritas a mano alzada, ellas han fluido de lo más profundo de mi corazón.


                            Y lo hago rememorando la primera vez que cruzamos el Patio de los Naranjos rumbo a la 9ª División que agrupaba los cuatro primer años. Corría  el año 1965, aunque algunos ya lo habían hecho dos años antes, cuando entramos al Colegio por ese patio, con todas nuestras ilusiones a cuestas. Eran los dorados años sesenta, como así también eran dorados nuestros sueños y nuestros ideales. Éramos esencialmente idealistas y nos nutríamos de esos ideales. Pero además éramos sentimentales y nostálgicos. Recuerdo que durante la primer semana posterior al acto de egresados, venia todas las tardes a caminar por estos patios y pasillos desiertos para poder despegarme del Colegio poco  a poco. No podía hacerme la idea de que no volvería nunca más a él y sería la vida misma la que me enseñaría que en realidad nunca me iría.


                            Sin embargo para muchos de nosotros, aquellos sueños  no  se cumplieron o se han cumplido solo en parte y nuestros ideales han sido seriamente vapuleados. Salimos del Colegio a un mundo que al ritmo del Mayo Francés, estaba invirtiendo los valores. Varios de nuestros compañeros, que  abrazaron los nuevos paradigmas, murieron en el intento. Los que nos opusimos a ello, quedamos al margen de la modernidad. Pero de un lado y del otro, me refiero a nuestras propias y naturales diferencias,  seguimos luchando  y vinimos hoy a nuestro querido Colegio de la Inmaculada Concepción a decir AQUÍ ESTAMOS, aquí estamos porque   cada uno a su manera y en donde nos tocó, según la vocación seguida, HEMOS LIBRADO EL BUEN COMBATE.


                            Hoy volvemos a nuestro querido Colegio, sin poder disimular las huellas que dejaron esas batallas, y volvemos para agradecer y celebrar.   

                           

                            Nos recibimos en el convulsionado año 1969. Nos fuimos del Colegio un tanto contrariados algunos con otros. Sin embargo por la formación humanista recibida, pudimos ir suturando heridas y acortando  distancias. Como una gran familia, volvimos a juntarnos.


                            Agradecemos a Nuestra Madre María Santísima, haber sido formados en el humanismo católico y los compañeros de la edad feliz celebramos este reencuentro en los “tutelares muros”  siguiendo la impronta de aquel entrañable adiós: “conservando los corazones puros,  acordándonos de Ti”.


                            Celebramos nuestro compañerismo y nuestra amistad, que nos permitió salvar tiempos y distancias y renovamos aquel abrazo con que nos despedimos aquella tarde-noche bajo el cálido aplauso de nuestros padres y hermanos, que formaban sin  saberlo parte de nuestra querida promoción.


                       Es cierto que siempre nos hemos reunido y  bastante asiduamente pero este último tiempo, con motivo de nuestros cincuenta años, cuando Ricardo y Osvaldo comenzaron a convocarnos y Julio y Salvador a recibirnos amablemente en la calidez de sus hogares, se nos encendió el corazón de ilusión, se nos volvió a encender el fuego sagrado de aquellos inolvidables años. Y entonces con el tiempo  dibujado en nuestros rostros, abrigamos la ilusión que el mismo no había pasado. Y algo de eso hay. Más allá  que por ser  inexorable, el tiempo se llevó muchos de nuestros compañeros, más allá de eso, al volver a éste nuestro querido Colegio y palpar con nuestras propias manos que el cariño, el afecto, la amistad  y la confianza entre nosotros permanecía inalterable,   nos dimos cuenta entonces que el tiempo en eso no nos venció, que esta vez no nos pudo ganar. Nos dimos cuenta que el último abrazo en que nos envolvimos  en aquel diciembre del 69, aún no terminó y que hoy lo renovamos y lo seguiremos renovando  todos los años que nos queden por vivir, porque el Colegio a nosotros nos hermanó para toda la vida.


                            Por todo lo vivido, muchísimas gracias queridos compañeros de la  Promoción 69, muchísimas gracias Colegio  de la Inmaculada Concepción.



                                               JORGE EUDORO LASSAGA

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