LA INDECENCIA POLITICA:
Una de las notas sobresalientes más
duras de estos tiempos, es la indecencia de la dirigencia política, manifestada los últimos días en la falta de
respeto al ciudadano común y a las
instituciones de la Nación.
Cuando esa falta de respeto se corporiza
en manifestaciones emanadas de personas con cierta representatividad dentro del
partido gobernante, como lo son un periodista militante, es decir un político
encubierto bajo la máscara de periodista
y un ex presidente de la Nación, la ofensa inferida no puede
recomponerse con un simple pedido de perdón, por otra parte carente de todo
viso de sinceridad.
Desde el canal oficialista, C5N, Gustavo
Silvestre, en histérico griterío trató de cobardes a nuestros héroes de
Malvinas. El fundamento de tamaña ofensa fue haber perdido la guerra, a la cual
se fue por órdenes de un general borracho.
Con este último adjetivo se trata de descalificar a uno de los mandos
militares que ordenó y dirigió la gesta de recuperar suelo argentino. Adjetivo
calificativo que recurrentemente utiliza
la izquierda, como lo hicieron también en
el caso de la Ministra Bullrich del anterior gobierno macrista, para descalificar toda decisión que importe
enaltecer, por medios de las armas, los principios constitutivos de nuestra
argentinidad.
A las armas se recurre en situaciones
extremas o de imposibles recomposición y
a través de instituciones del Estado que tienen el poder y el deber de hacerlo.
Y para ello sus integrantes se forman y se forjan en el estoico ejercicio de
servir a la Patria con una mística que los lleva a una entrega generosa sin
esperar a cambio retribución alguna. Bueno…, entramos entonces en un difícil
terreno, solo apto para patriotas y no para periodistas militantes.
Volvemos al pequeño personaje que nos ocupa, para
explicarle que cobardía es escudarse detrás de un micrófono y desde él no solo
desacreditar al héroe y mancillar su memoria, sino también insultar a la
institución a la que pertenece y agravar la angustia de la familia, que
orgullosamente carga el dolor de haber entregado la vida de uno de sus integrantes que formaron en sus
entrañas para dárselo a la Patria Grande. Deberíamos quizás pensar entonces que
Silvestre reconoce, siempre guiado por su mentalidad resultadista, la valentía
de nuestras fuerzas militares al vencer a la guerrilla apátrida. Pues esa
guerra se ganó sin atenuantes. Sin embargo no creo que esa idea anide en su
pobre mezquindad.
Y como los argentinos no podemos
terminar nunca de indigestarnos con el mal gusto y la perversidad peronista,
apareció dantescamente la impresentable figura el ex presidente Duhalde. Y lo
hizo para advertir sobre un golpe militar en marcha que impediría las elecciones nacionales del próximo año. Increíble.
Ni él se lo creyó.
En primer lugar debo decir, que no creo
que nuestras Fuerzas Armadas hoy tengan capacidad militar para desencadenar y
sostener en el tiempo, un golpe de Estado. Por otra parte no conozco a nuestras
actuales Fuerzas Armadas, pero no creo que quieran volver a convertir en
mártires a delincuentes corruptos, mercenarios, mediocres e ineptos. Hoy
entiendo que sus desvelos, aparte de las limitaciones presupuestarias, seguramente
estarán apuntando a la indefensión de
nuestras fronteras, al abandono del mar argentino y la penetración China en
nuestro país que ya cuenta con una base militar en territorio patrio.
Fue un atentado a la razón de la
ciudadanía pensante, ver a Duhalde sostener socarronamente en un programa de
televisión, que no tiene por qué haber elecciones el año que viene, dado que
este es el país que más golpes de estado tiene en su haber. Este oscuro
personaje se toma la licencia de tratar con total liviandad a las
intervenciones militares en la historia política de nuestro malogrado país. Es
este el punto álgido de discordia, en lo que a mí respecta, con el anterior
gobierno macrista: no discutir desde el poder el mentiroso relato de la
izquierda terrorista. En realidad, la inexplicable resurrección duhaldista olió a operación
política y obviamente a la indecente
costumbre peronista de subestimar a la gente y degradar aquellas instituciones
de la república con dignidad propia. No hay que olvidar que el mismísimo
fundador del peronismo se aprovechó de un golpe de estado para fundar el
facineroso partido que hoy gobierna la Nación.
Lo realmente bochornoso, es pretender
usar las fuerzas armadas, para ganar terreno en una interna partidaria. El ex
presidente sabe de golpes. Junto a Alfonsín, se adueñaron del poder en el 2001,
y en sus propias palabras cogobernaron el país.
Tanto Silvestre como Duhalde, cometen el desatino de encrespar los ánimos, primero
por querer levantar un vuelo para el que no tienen alas. No ofende quien quiere
sino quien puede. Para intentar bastardear a nuestros héroes y a las fuerzas a
las que ellos pertenecieron, al menos hay que tener la decencia de reconocerles el heroísmo y la gallardía que ellos no podrían exhibir jamás.
Para tranquilidad de ambos impresentables,
les queda el consuelo de no ser los únicos que han caído en el insulto
como toda respuesta oficial, a la
altisonante (17A) oposición que ha ganado la calle.
En algo Duhalde no se equivoca. Estamos
en una etapa pre- anárquica, pero ello responde también al proyecto dictatorial del gobierno. No saben gobernar
sin un enemigo enfrente. Por eso su discurso crispado, chocante y ofensivo. Pero
no se quedan sòlo en eso. Llevan en sus venas el arte de la hipocresía. Dicen una
cosa y hacen otra. Es el eterno método pendular del famoso Juan Perón. Y ayer –
1º de septiembre – quedó una vez más evidenciado en la conducta artera y cínica
de Sergio Massa, presidente de la Càmara de Diputados, que tal como se lo
hiciera notar el legislador mendocino De Marchi, inauguró la novedad de presidir
dos parlamentos paralelos.
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