“Cuando la
patria esta en peligro todo esta permitido, excepto no defenderla" Gral. Jose de San Martín.
I
A comienzos de esta semana patria,
conviene repensar la cárcel injusta que padecen los miembros de las Fuerzas
Armadas, hace ya más de diez años , por haber combatido la delincuencia subversiva
que asoló al país en la década del 70.
Hace muchísimos años escribí una carta de lectores al diario El Litoral,
pero en aquella época –año 1986- todavía
se podía discutir distintas aristas de dicha contienda, pues la izquierda aún
no había logrado imponer su versión como verdad apodíctica.
Entiendo
un deber, en nombre de la educación que le he dado a mis hijos, volver a manifestar
nuestra posición, no ya con un espíritu meramente confrontativo, el cual debo
reconocerlo a veces se presenta como inevitable, sino desde el afán de
clarificar las ideas, especialmente de aquellos que no vivieron los hechos sino
desde el relato partidario del bando que habiendo perdido la guerra militar,
ganó la contienda política. Valga la pena entonces discurrir nuevamente sobre el
tema, partiendo de la idea que históricamente hubo dos proyectos de patria distintos y desde ya bien diferenciados.
De eso se trata. Izquierda y derecha
tenemos distintos proyectos, distintas cosmovisiones y no nos gusta que nos
confundan a unos con otros. Se trata de concepciones de vida totalmente
diferentes. La izquierda, aunque sea poder, es contestataria y subversiva. La
derecha es legalista y conservadora. Tengo la sensación que la democracia ha
podido subsistir, gracias a la infinita paciencia de la derecha. Una paciencia
a veces muy parecida al suicidio. Si la derecha hubiera contestado cada agravio
de la izquierda, todavía estaríamos en los años setenta. En palabras de Carlos
A. Manfroni, “ Tal vez la mejor prueba de la existencia de la derecha, ….sea su
infinita paciencia para callar” (El pecado de ser de derecha – La Nación)
Por eso, este 25 de mayo debemos repensar
los hechos acaecidos desde la verdad
histórica y luego sí, reflexionarlo desde el pensamiento político.
El hecho histórico nos dice que el golpe
militar de 1976 se desencadenó como respuesta al estado de evidente
descomposición social a que había llegado la Argentina. Atravesamos el
Rodrigazo en medio de un baño de sangre. Y esto conviene aclararlo desde las
crónicas de la época y no desde el relato político.
La crónica nos dice que la guerrilla,
peronista y marxista, alcanzó el punto culmen de su accionar armado durante el gobierno
peronista (Perón-Perón) asumido tres años antes y precedido por el interregno camporista.
Como contrapartida, el verticalismo
peronista (isabelismo lopezreguista) contesta brutalmente con fuerzas para-policiales
(Tiple A) para denominarlas de alguna manera, pues está claro que respondían al
gobierno desde la ilegalidad.
Por su parte, el brazo armado de la
Nación, sus fuerzas armadas, combatió a la subversión donde ella planteo la
lucha. Primero en los centros urbanos y luego en el monte tucumano. Hoy la
izquierda se queja que Tucumán fue tomado por el Ejercito como campo de
adiestramiento, dado la menor capacidad combativa de la guerrilla, agregando
que vinieron expertos franceses y norteamericanos a capacitar a nuestras
fuerzas armadas para la represión. Se olvidan decir que la subversión fue
armada, capacitada y subvencionada en campos de entrenamiento extranjeros (Cuba
y países de medio oriente) y su incursión en un determinado territorio la
convertía en fuerza beligerante con derecho a ampararse en la Convención de Ginebra.
Hace un año atrás se escandalizaba la
izquierda por las declaraciones de Gómez Centurión, militar retirado y
funcionario del actual gobierno, porque se le ocurrió rechazar argumentos
sostenidos entre otros por un personero de la justicia militante (no es nueva)
como Gil Lavedra, para quien hubo un
plan sistemático de exterminio de los subversivos a los que no se les dio la
oportunidad de un juicio, como sí se les dio a los militares.
Este argumento es la peor de las
falacias. Antes de la llegada del peronismo al poder en 1973, la Cámara Federal
en lo Penal, condenó a prisión a más de seis mil guerrilleros. Los que niegan
que fue una guerra se olvidan de este detalle. Asumido el gobierno peronista de
Héctor Cámpora, el Congreso integrado por todo el espectro político del momento, libera esa misma noche a los
subversivos, por considerarlos presos políticos. Una vez liberados, asesinan
cobardemente al juez Quiroga.
De más esta decir que los militares no
tuvieron ese juicio con el debido proceso que sí tuvo la guerrilla en aquella
Cámara Penal arriba mencionada. El juicio a las Juntas, fue una parodia donde
los incriminados ya fueron condenados en el mismo decreto que firma Alfonsín mandándolos a
juicio y en el que la principal y única prueba aportada fue el testimonio de los
derrotados. Muy poco serio y nada jurídico.
Por qué justicia militante si Alfonsín,
según sus devotos, era un gran demócrata? Habría que preguntárselo a los
integrantes de aquella Cámara que enjuició a las juntas, que todos los
aniversarios de aquella injusta sentencia se juntan a celebrar cena y brindis mediante, el más grosero de los
prevaricatos. Pregúntesele a Moreno Ocampo por que se abrazó como un barra
brava a Strassera cuando finalizo su alegato.
Ningún magistrado ni funcionario judicial digno festeja condena alguna. Pero
bueno, no quedo ninguno, todos los miembros
de ese jurado y los fiscales actuantes abandonaron la justicia y se
convirtieron en políticos. Cobraron su paga y aún hoy viven de tan innoble fama. Así se configuró la entrega del país por el alfonsismo
a la guerrilla subversiva.
Pero continuemos con el golpe. Hoy no
solo resulta antidemocrático que las Fuerzas Armadas se hagan cargo del
gobierno, sino también suena anticuado.
Sin embargo, esto tal vez cueste entenderlo a las nuevas generaciones, los golpes militares como los gobierno que ellos
entronizaban, a veces con un civil, caso el radical José María Guido, formaban parte de la estructura política del país. El
gobierno que le sucedía, respetaba su acción de gobierno y también sus
leyes como normas vigentes del derecho positivo. Y la oposición,
y a veces también quienes debían respaldar al
gobierno de turno, clamaban por un golpe, que casi siempre era pedido
por la civilidad. Esto que nos consta y le consta a toda mi generación, fue así
en el golpe de 1976. El mismo no respondió
al capricho de dos o tres generales, ni al mal humor reinante en las filas
castrenses.
Por eso los 24 de marzo, fecha que la infamia
kirchnerista estableció como día de la memoria, y que entiendo no tendría que
existir como feriado ni fiesta de nada, deberíamos preguntarnos porque se deben
dar tantas explicaciones respecto de aquel golpe. . Porque se sigue acusando y
hostigando a fuerzas armadas que ya no existen?. Porqué se recurre a un relato
que no se corresponde con la verdad de los hechos? La respuesta es simple: los
partidos políticos y sus dirigentes, magistrados y funcionarios judiciales,
periodistas e intelectuales, historiadores, docentes, gremialistas, ONG de
inconfesables fines y demás, no pueden
abordar dicha fecha sin responsabilizarse de las culpas que aún subsisten en la
profundidad de la grieta.
II
Desde la izquierda se reclama una reconciliación nacional.¿ en
que consistiría la misma? Evidentemente en pensar y opinar como ellos. No se
acepta una opinión distinta a lo ya dicho por una Justicia espuria. Ni hablar,
por ejemplo en el caso de los docentes, de
exponer a los alumnos la otra versión
de la historia, como sí se hizo en nuestra juventud desde el liberalismo
y el revisionismo, desde la izquierda y la derecha, desde el peronismo y el
antiperonismo.
Por lo tanto debemos colegir que no esta
mal que exista la grieta. La misma siempre existió. Se trata de modelos
distintos según el pensamiento político de cada sector. Lo que esta mal es que
se juzgue con reglas distintas a unos y otros. Hoy reclamamos por las injustas
detenciones de los militares que combatieron a la subversión porque lo están
contra todo derecho. Mas adelante me voy a explayar sobre ello, pero a los
mercaderes impuros del derecho, les ruego que lean al Dr. Gregorio Badeni.
Decíamos que no esta mal que exista una
grieta, por que ella existe y existirá siempre, lo que no se puede hacer es
negar y tergiversar los hechos. No entendemos como se puede seguir sosteniendo
que no hubo una guerra. De ninguna manera fue un enfrentamiento de dos bandos
de inadaptados. Si así hubiera sido, el tema ya habría terminado y no dividiría
a nadie. La familia militar ofrendó la vida de sus integrantes en ella, no solo
la de sus uniformados sino también las de sus mujeres e hijos. Por eso la misma
familia repudia a los bastardos que negociaron la sangre derramada. Se les
puede explicar a las víctimas de la subversión que no fue una guerra?
El tema divide y seguirá dividendo,
porque con la teoría de los dos demonios,
se enjuició en un pié de igualdad a la guerrilla subversiva con una Institución
de la Nación.
Seguirá dividiendo, por que para el
relato oficial los crímenes de la guerrilla son
una gesta heroica, mientras que la defensa del accionar militar que hace
la derecha, constituye apología del delito. Un
panelista de un programa periodístico, que copo el comando de sanidad
cuando lo asesinaron al Tte. Cnel. Duarte Hardoy, relata su raíd delictivo y
pide debatir sobre el mismo. No se avergüenza, no se arrepiente, ni hablar de permanecer
en un digno ostracismo.
No puede tampoco hablarse de terrorismo
de estado. Ello responde a un slogan creado por Verbisky y sus cómplices. La
guerrilla también fue gobierno y contó con el respaldo de todo el aparato
oficial y sin embargo no se esgrime para ella el mismo argumento.
Hoy no pareciera que la sociedad
argentina estuviera dispuesta a plantear un debate sobre la década del 70.
Tanto para la guerrilla como para los políticos, como así también para este
gobierno políticamente correcto, es más cómodo no tocar el tema y que nuestros
héroes sigan muriendo en cautiverio,
convertidos en mártires irredentos.
De todos modos, si el mismo llegara a darse,
únicamente sería útil, únicamente daría frutos si se determinara previamente
cuales serían sus alcances. El punto de partida debe ser aceptar que hubo una
guerra en la que toda la sociedad quedó involucrada. Y aceptar también que
como en toda guerra, hubo excesos de ambos lados. Y esta guerra por sus
características de guerra sucia, no pudo quedar excluida. Los excesos debieron
ser juzgados, probados y condenados y no sostenidos solo dialécticamente. No hay pruebas de tantísimas atrocidades adjudicadas a las fuerza armadas y
si las hay sobradamente, de la barbarie terrorista.
Probados los excesos, la condena debía
caer en cabeza del autor material de los mismos. Nunca sobre la Institución
Fuerzas Armadas de la República. Así ocurrió en Estados Unidos, donde los
autores de verdaderas atrocidades cometidas en la guerra de Vietnam fueron
condenados por su responsabilidad personal. Demás esta decir que el pueblo
estadounidense siente verdadera devoción por sus Fuerzas Armadas.
Aquí, los ideólogos de la izquierda
internacional, diagramaron el relato oficial para destruir a las mismas, y lo lograron. Ese fue su
verdadero triunfo. La decadente democracia argentina optó por un sistema sin
lugar para ellas. Así estamos, sin radares en las fronteras, sin embarcaciones
para la defensa de nuestro mar argentino, con el dolor del ARA SAN JUAN a cuestas
y como si fuera poco, con un regimiento de soldados chinos en territorio
nacional. No se puede creer, pero se lo debemos al declamado nacionalismo
de la izquierda.
III
No somos optimistas respecto a que pueda
darse un futuro debate. El gobierno actual, la clase política toda, magistrados
y hombres de la cultura, el periodismo y otros ismos en su amplia mayoría
insisten en seguir siendo políticamente correctos.
El gobierno no puede ignorar que quienes
combatieron a la subversión hoy son presos políticos. Si se quiere hablar de
reconciliación, dicha situación no puede
continuar.
Porque presos políticos? paso a
explicarlo, intentado ser lo más claro posible y transcribiendo casi
textualmente lo sostenido por el jurista
ya nombrado, Dr. Gregorio Badeni. El
mismo se pregunta, a raíz de sentencias dictada por la Corte Suprema de
Justicia, en casos de lesa humanidad, ” cuál es el ordenamiento jurídico vigente en la Argentina? ¿La Constitución
Nacional esta subordinada a los tratados internacionales sobre derechos
humanos, a la Convención de Viena, a los principios del derecho internacional? ¿cuáles son los
delitos de lesa humanidad y cuál es su tipificación legal? ¿Es aplicable el
principio constitucional de legalidad respecto de tales delitos? ¿Subsiste el
principio de la irretroactividad de la
ley penal y de ultra-actividad de
aquella que es más benigna? ¿son susceptibles de ser desconocidos los derechos
adquiridos en materia penal? ¿la garantía legal de la prescripción, puede ser
dejada sin efecto retroactivamente? ¿la garantía del juez natural y de la
defensa en juicio pueden ser desconocidas? ¿ El principio de cosa juzgada en
materia penal, puede ceder por la aplicación
retroactiva de una norma jurídica? ¿La Corte Suprema de Justicia dejó de
ser el tribunal supremo de la Nación?” (LA LEY – Suplemento de jurisprudencia
penal: El caso Simón y la supremacía constitucional).
En primer lugar refiere Badeni a
los Tratados internacionales sobre derechos humanos, a los que delimita
señalando que los mismos no pueden desconocer los derechos y garantías
expuestos en la primera parte de la Constitución, ni asignarles una protección
inferior a la resultante de la leyes que sanciona el Congreso, con total prescindencia
de la persona beneficiada, en salvaguarda del principio de igualdad (art. 16 C .N.).
Por otra parte resulta
inadmisible que los llamados delitos de lesa humanidad no puedan ser objeto de
indultos o amnistía, que son prerrogativas que la Constitución le otorga al
órgano Ejecutivo. Y en cuanto a la imprescriptibilidad de la acción penal de
tales delitos, sería admisible siempre que no tenga efectos retroactivos.
Recuerda el Dr. Badeni, que en
aquella noche ya referida del 25 de Mayo de 1973, fue sancionada la ley de amnistía 20508 respecto de los hechos
delictivos ejecutados hasta esa fecha y se extendió a los integrantes de
diversas agrupaciones terroristas. Se trató en realidad de una verdadera auto- amnistía
aunque nadie dijera nada.
Restaurada la legalidad
constitucional en 1983, y apremiado por
el planteo gremial del Tne.Conel. Aldo Rico, en Semana Santa, el
Congreso dicta las leyes 23.492 (Ley de
punto final) y al año siguiente la ley 23.521 (Ley de obediencia debida). La
primera dispuso la extinción de las acciones penales contra los integrantes de
las Fuerzas Armadas y de seguridad, como así también de los miembros de los
organizaciones guerrilleras. La segunda establecía que no eran punibles los
delitos cometidos en cumplimiento de una orden superior.
Señala correctamente Badeni, que
la aplicación de ambas leyes cerró con efecto de cosa juzgada los procesos
iniciados, extinguiendo las acciones y las penas tal como lo hizo la ley de amnistía de 1973 (ley 20508) . La aplicación de dichas normas provocó
adquisición de derechos que no pueden ser desconocidos por una ley posterior.
Quienes bregamos por un estado
de derecho justo, vivimos con angustia y estupor la nulidad de ambas leyes. En
esto la izquierda y sus socios no tienen límites. No importa que ello sea un
atentado al derecho y a la justicia. Se trataba de seguir manteniendo viva la idea
de la revolución permanente que les permitiera continuar con la persecución a
quienes los habían derrotado militarmente
y asegurar la impunidad para no
responder jamas por sus propios crímenes.
Cualquier estudiante de derecho
sabe que las leyes no pueden anularse. Se derogan pero no se anulan. La
diferencia radica en el cumplimiento de efectos jurídicos durante su vigencia
como norma positiva. Ello es vital para la seguridad jurídica.
Fernando R. Moreno nos ilustra
desde el mismo ejemplar de La Ley, que dicha nulidad importó “…una resolución
de grave trascendencia cuya consecuencia práctica es que virtualmente se dejan
de lado principios liminares de nuestro derecho constitucional y penal como el
de legalidad, aplicación de la ley más benigna y el de cosa juzgada”.
Finalmente carga Badeni contra
la liviandad de nuestros gobernantes, legisladores y jueces: “…resulta
inadmisible disponer que no existió una ley que tuvo real existencia; que fue
sancionada por un gobierno constitucional; que fue aprobada por el Congreso;
que fue aprobada por el Poder Ejecutivo; publicada en el boletín oficial;
aplicada por los jueces y declarada constitucional por la Corte Suprema de
Justicia mediante varias sentencias firmes con autoridad de cosa juzgada.
Resulta increíble que salvo los
Dres. GREGORIO BADENI, JAVIER VIGO LEGUIZAMON (Ab.defensor de la familia
Laraburre) y “Abogados por la justicia y la concordia”, ningún otro hombre del
derecho ni instituciones o colegios que los representan haya levantado la voz.
Para que se entienda, estamos hablando de una grosería jurídica.
Y sobre lesa humanidad que tanto
gusta invocar a la izquierda, que carga
con millones de muertos por dicho delito, debemos decir que la definición
precisa de los mismos se diluye cuando
corresponde tipificar a las conductas delictivas. A falta de tipificación serán
los jueces quienes la fijen arrogándose potestades legislativas que obviamente no tienen.
La no vigencia del principio de irretroactividad de la ley penal que sostuvieron los votos de
los ministros de la Corte, salvo la disidencia de Carlos Fayt, la respaldaban
en el texto de la Convención sobre imprescriptibilidad
de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de lesa humanidad y otros tantos principios del derecho internacional.
Aclara el Dr. BADENI que ello no se compadece con el texto de la Ley Fundamental, porque si bien la
prescripción no tiene naturaleza constitucional, su imposición legal impide
desconocerla con efecto retroactivo (art. 18 CN). Además, la reserva
formulada al art. 15 inc. 2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos justamente resguarda el principio
de legalidad que impone la precisa tipificación de los delitos por una ley
previa.
Agrega además con su atildado
estilo, que “la lectura de la sentencia genera la percepción de que existiría
en el ánimo de los jueces una decisión predeterminada cuya base de sustento no
se hallaba en la Ley Fundamental. Tal circunstancia explica la omisión de toda
alusión a los debates suscitados en la Convención Reformadora de 1994 sobre los
alcances del art. 75, inc. 22 de la Constitución”. Del voto del Juez Petracchi en el caso “Simón”
debemos colegir que no se trata ya de adecuar el derecho que emana de nuestra
Carta Magna “sino de introducir preceptos ajenos a nuestras más caras
tradiciones jurídicas provocando un proceso de mutación: subordinar la Ley
Fundamental al Derecho Internacional.”
“La Constitución establece,
expresamente, la supremacía de ella sobre los tratados (art. 27) y, si bien la interpretación de estos últimos
debe ser integradora, ella no puede traducirse
en una alteración de la letra y espíritu de la Ley Fundamental.”
Así las cosas, establecida la
indignidad de quienes han bastardeado el derecho, nos queda decidir cómo seguir
caminando. Una y otra posición responde a convencimientos firmes en las ideas a
las que ninguno esta dispuesto a renunciar.
Nos despabila Nicolás Bobbio:
“No existe ideal que no esté encendido por una gran pasión. La razón que aduce
argumentos en pro o en contra viene después. Por eso los grandes ideales
resisten el paso del tiempo y la variación de las circunstancias”. En parte
tiene razón. Derecha e izquierda, términos a los que Bobbio entiende que hay
que devolverles la ciudadanía política y moral que conllevan, en nuestro país
siguen enfrentados sin posibilidad de tregua a la vista.
Ello lo advierte magistralmente Abel
Posse en “ Sobrevivir Argentina”:
“…..desde el comienzo se dieron
entre nosotros dos fuerzas irreconciliables: adoptar a ciegas las
propuestas de la modernidad y por otro lado querer seguir siendo como habíamos
sido genuinamente. En resumen: por un lado la dinámica de ser, tener y hacer y
por el otro la reactividad de nuestro estar como prolongación de la vida
esencial: la tierra, el trabajo, la religión revelada, las tradiciones, la
maduración del pasado heredado en el presente y el ingreso genuino en el
futuro…..Con el devenir de la historia, Argentina devino en un país atípico, de
izquierda. Y por ello se convirtió en imprevisible, insubordinado y rebelde.
Apuesta siempre a una rebeldía estéril, adoptando una simpatía perversa ante el
delincuente sin causa. El kirchnerismo lleva doce años demoliendo las garantías
personales y la espina dorsal del derecho Penal para favorecer indecentemente a
los montoneros en el poder. Se exhibe una vez más esa extraña dialéctica
política, propia del izquierdismo progre, como se vió vergonzosamente en la
llamada contracumbre de Mar del Plata en el 2004”
Inicialmente manifesté
que me senté a escribir en nombre de la educación que con mi señora le dimos a nuestros hijos y
Dios mediante le daremos a nuestros nietos: una fe inquebrantable en Dios
Nuestro Señor Uno y Trino, respetando el Orden Natural por El creado y
dispuestos a transitar la vida en una libertad orientada al bien común dentro
de una sociedad formada a partir de la
familia y respetuosa de las instituciones.
En virtud de todo lo dicho, solo
nos queda vivir cara a Dios, respetándonos unos a otros más allá de nuestras
diferencias, de nuestras ideas y principios. Ello no significa renunciar a
reclamar en justicia el derecho a la libertad que tienen nuestros presos políticos.
Dios ilumine a nuestra gente.
Muy bueno Jorge. Lamentablemente la historia de los 70 está contada por una sola "pata", que además, son los que perdieron.- Pero soy un convencido, que alguna vez se contarán los verdaderos acontecimientos, pero nosotros no estaremos.- Por eso sigamos aportando a nuestras familias los valores éticos y morales con los que nos criaron nuestros padres.-No te olvides que la familia es la primera célula de la sociedad, y una célula (valga la redundancia) sana, se corresponde, con una sociedad sana.-
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ResponderBorrar...Una exposición preclara y brillante..."Gutta cavat lapidem, non vi sed saepe cadendo"...
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