lunes, 21 de mayo de 2018

Los verdaderos presos políticos en nuestro país.





                                                                               “Cuando la patria esta en peligro todo esta permitido, excepto no defenderla" Gral. Jose de San Martín.                                                                                                                                             


                                                                                                                                           
                                                                    I

        A comienzos de esta semana patria, conviene repensar la cárcel injusta que padecen los miembros de las Fuerzas Armadas, hace ya más de diez años , por haber combatido la delincuencia subversiva que asoló al país en la década del 70.  Hace muchísimos años escribí una carta de lectores al diario El Litoral, pero en aquella  época –año 1986- todavía se podía discutir distintas aristas de dicha contienda, pues la izquierda aún no había logrado imponer su versión como verdad apodíctica.

   Entiendo un deber, en nombre de la educación que le he dado a mis hijos, volver a manifestar nuestra posición, no ya con un espíritu meramente confrontativo, el cual debo reconocerlo a veces se presenta como inevitable, sino desde el afán de clarificar las ideas, especialmente de aquellos que no vivieron los hechos sino desde el relato partidario del bando que habiendo perdido la guerra militar, ganó la contienda política. Valga la pena entonces discurrir nuevamente sobre el tema, partiendo de la idea que históricamente hubo dos proyectos de patria  distintos y desde ya bien diferenciados.

        De eso se trata. Izquierda y derecha tenemos distintos proyectos, distintas cosmovisiones y no nos gusta que nos confundan a unos con otros. Se trata de concepciones de vida totalmente diferentes. La izquierda, aunque sea poder, es contestataria y subversiva. La derecha es legalista y conservadora. Tengo la sensación que la democracia ha podido subsistir, gracias a la infinita paciencia de la derecha. Una paciencia a veces muy parecida al suicidio. Si la derecha hubiera contestado cada agravio de la izquierda, todavía estaríamos en los años setenta. En palabras de Carlos A. Manfroni, “ Tal vez la mejor prueba de la existencia de la derecha, ….sea su infinita paciencia para callar” (El pecado de ser de derecha – La Nación)

        Por eso, este 25 de mayo debemos repensar los hechos acaecidos  desde la verdad histórica y luego sí, reflexionarlo desde el pensamiento político.
       

        El hecho histórico nos dice que el golpe militar de 1976 se desencadenó como respuesta al estado de evidente descomposición social a que había llegado la Argentina. Atravesamos el Rodrigazo en medio de un baño de sangre. Y esto conviene aclararlo desde las crónicas de la época y no desde el relato político.

        La crónica nos dice que la guerrilla, peronista y marxista, alcanzó el punto culmen de su accionar armado durante  el gobierno  peronista (Perón-Perón) asumido tres años antes y  precedido por el interregno camporista. 

        Como contrapartida, el verticalismo peronista (isabelismo lopezreguista) contesta brutalmente con fuerzas para-policiales (Tiple A) para denominarlas de alguna manera, pues está claro que respondían al gobierno desde la ilegalidad.

        Por su parte, el brazo armado de la Nación, sus fuerzas armadas, combatió a la subversión donde ella planteo la lucha. Primero en los centros urbanos y luego en el monte tucumano. Hoy la izquierda se queja que Tucumán fue tomado por el Ejercito como campo de adiestramiento, dado la menor capacidad combativa de la guerrilla, agregando que vinieron expertos franceses y norteamericanos a capacitar a nuestras fuerzas armadas para la represión. Se olvidan decir que la subversión fue armada, capacitada y subvencionada en campos de entrenamiento extranjeros (Cuba y países de medio oriente) y su incursión en un determinado territorio la convertía en fuerza beligerante con derecho a ampararse en la Convención de Ginebra.

        Hace un año atrás se escandalizaba la izquierda por las declaraciones de Gómez Centurión, militar retirado y funcionario del actual gobierno, porque se le ocurrió rechazar argumentos sostenidos entre otros por un personero de la justicia militante (no es nueva) como Gil Lavedra, para quien  hubo un plan sistemático de exterminio de los subversivos a los que no se les dio la oportunidad de un juicio, como sí se les dio a los militares.

        Este argumento es la peor de las falacias. Antes de la llegada del peronismo al poder en 1973, la Cámara Federal en lo Penal, condenó a prisión a más de seis mil guerrilleros. Los que niegan que fue una guerra se olvidan de este detalle. Asumido el gobierno peronista de Héctor Cámpora, el Congreso integrado por todo el espectro político  del momento, libera esa misma noche a los subversivos, por considerarlos presos políticos. Una vez liberados, asesinan cobardemente al juez Quiroga.

        De más esta decir que los militares no tuvieron ese juicio con el debido proceso que sí tuvo la guerrilla en aquella Cámara Penal arriba mencionada. El juicio a las Juntas, fue una parodia donde los incriminados ya fueron condenados en el  mismo decreto que firma Alfonsín mandándolos a juicio y en el que la  principal y única  prueba aportada fue el testimonio de los derrotados. Muy poco serio y nada jurídico. 

                                                 

        Por qué justicia militante si Alfonsín, según sus devotos, era un gran demócrata? Habría que preguntárselo a los integrantes de aquella Cámara que enjuició a las juntas, que todos los aniversarios de aquella injusta sentencia se juntan a celebrar cena  y brindis mediante, el más grosero de los prevaricatos. Pregúntesele a Moreno Ocampo por que se abrazó como un barra brava a Strassera cuando finalizo su alegato.  Ningún magistrado ni funcionario judicial digno festeja condena alguna. Pero bueno, no quedo ninguno, todos los miembros   de ese jurado y los fiscales actuantes abandonaron la justicia y se convirtieron en políticos. Cobraron su paga y  aún hoy viven de tan innoble fama.  Así se configuró la entrega del país por el alfonsismo a la guerrilla subversiva.

        Pero continuemos con el golpe. Hoy no solo resulta antidemocrático que las Fuerzas Armadas se hagan cargo del gobierno, sino también suena  anticuado. Sin embargo, esto tal vez cueste entenderlo a las nuevas generaciones, los  golpes militares como los gobierno que ellos entronizaban, a veces con un civil, caso el radical José María Guido, formaban  parte de la estructura política del país. El gobierno que le sucedía, respetaba su acción de gobierno y también sus leyes  como normas  vigentes del derecho positivo. Y la oposición, y a veces también quienes debían respaldar al  gobierno de turno, clamaban por un golpe, que casi siempre era pedido por la civilidad. Esto que nos consta y le consta a toda mi generación, fue así en el golpe de  1976. El mismo no respondió al capricho de dos o tres generales, ni al mal humor reinante en las filas castrenses.

        Por eso los 24 de marzo, fecha que la infamia kirchnerista estableció como día de la memoria, y que entiendo no tendría que existir como feriado ni fiesta de nada, deberíamos preguntarnos porque se deben dar tantas explicaciones respecto de aquel golpe. . Porque se sigue acusando y hostigando a fuerzas armadas que ya no existen?. Porqué se recurre a un relato que no se corresponde con la verdad de los hechos? La respuesta es simple: los partidos políticos y sus dirigentes, magistrados y funcionarios judiciales, periodistas e intelectuales, historiadores, docentes, gremialistas, ONG de inconfesables fines  y demás, no pueden abordar dicha fecha sin responsabilizarse de las culpas que aún subsisten en la profundidad de la grieta.

                                                                    II
        Desde la izquierda  se reclama una reconciliación nacional.¿ en que consistiría la misma? Evidentemente en pensar y opinar como ellos. No se acepta una opinión distinta a lo ya dicho por una Justicia espuria. Ni hablar, por ejemplo en el caso de los docentes, de  exponer a los alumnos la otra versión   de la historia, como sí se hizo en nuestra juventud desde el liberalismo y el revisionismo, desde la izquierda y la derecha, desde el peronismo y el antiperonismo.


        Por lo tanto debemos colegir que no esta mal que exista la grieta. La misma siempre existió. Se trata de modelos distintos según el pensamiento político de cada sector. Lo que esta mal es que se juzgue con reglas distintas a unos y otros. Hoy reclamamos por las injustas detenciones de los militares que combatieron a la subversión porque lo están contra todo derecho. Mas adelante me voy a explayar sobre ello, pero a los mercaderes impuros del derecho, les ruego que lean al Dr. Gregorio Badeni.

        Decíamos que no esta mal que exista una grieta, por que ella existe y existirá siempre, lo que no se puede hacer es negar y tergiversar los hechos. No entendemos como se puede seguir sosteniendo que no hubo una guerra. De ninguna manera fue un enfrentamiento de dos bandos de inadaptados. Si así hubiera sido, el tema ya habría terminado y no dividiría a nadie. La familia militar ofrendó la vida de sus integrantes en ella, no solo la de sus uniformados sino también las de sus mujeres e hijos. Por eso la misma familia repudia a los bastardos que negociaron la sangre derramada. Se les puede explicar a las víctimas de la subversión que no fue una guerra?

        El tema divide y seguirá dividendo, porque con la teoría  de los dos demonios, se enjuició en un pié de igualdad a la guerrilla subversiva con una Institución de la Nación.

        Seguirá dividiendo, por que para el relato oficial los crímenes de la guerrilla son  una gesta heroica, mientras que la defensa del accionar militar que hace la derecha, constituye apología del delito. Un  panelista de un programa periodístico, que copo el comando de sanidad cuando lo asesinaron al Tte. Cnel. Duarte Hardoy, relata su raíd delictivo y pide debatir sobre el mismo. No se avergüenza, no se arrepiente, ni hablar de permanecer en un digno ostracismo.

        No puede tampoco hablarse de terrorismo de estado. Ello responde a un slogan creado por Verbisky y sus cómplices. La guerrilla también fue gobierno y contó con el respaldo de todo el aparato oficial y sin embargo no se esgrime para ella el mismo argumento.

        Hoy no pareciera que la sociedad argentina estuviera dispuesta a plantear un debate sobre la década del 70. Tanto para la guerrilla como para los políticos, como así también para este gobierno políticamente correcto, es más cómodo no tocar el tema y que nuestros héroes  sigan muriendo en cautiverio, convertidos en mártires irredentos.
De todos modos, si el mismo llegara a darse, únicamente sería útil, únicamente daría frutos si se determinara previamente cuales serían sus alcances. El punto de partida debe ser aceptar que hubo una guerra en la que toda la sociedad quedó involucrada. Y aceptar también que como  en toda guerra, hubo  excesos de ambos lados. Y esta guerra por sus características de guerra sucia, no pudo quedar excluida. Los excesos debieron ser juzgados, probados y condenados y no sostenidos solo dialécticamente.  No hay pruebas  de tantísimas  atrocidades adjudicadas a las fuerza armadas y si las hay sobradamente, de la barbarie terrorista.

        Probados los excesos, la condena debía caer en cabeza del autor material de los mismos. Nunca sobre la Institución Fuerzas Armadas de la República. Así ocurrió en Estados Unidos, donde los autores de verdaderas atrocidades cometidas en la guerra de Vietnam fueron condenados por su responsabilidad personal. Demás esta decir que el pueblo estadounidense siente verdadera devoción por sus Fuerzas Armadas.

        Aquí, los ideólogos de la izquierda internacional, diagramaron el relato oficial para destruir  a las mismas, y lo lograron. Ese fue su verdadero triunfo. La decadente democracia argentina optó por un sistema sin lugar para ellas. Así estamos, sin radares en las fronteras, sin embarcaciones para la defensa de nuestro mar argentino, con el dolor del ARA SAN JUAN a cuestas y como si fuera poco, con un regimiento de soldados chinos en territorio nacional. No se puede creer, pero se lo debemos al declamado nacionalismo de  la izquierda.

                                                               III

        No somos optimistas respecto a que pueda darse un futuro debate. El gobierno actual, la clase política toda, magistrados y hombres de la cultura, el periodismo y otros ismos en su amplia mayoría insisten en seguir siendo políticamente correctos.

        El gobierno no puede ignorar que quienes combatieron a la subversión hoy son presos políticos. Si se quiere hablar de reconciliación, dicha situación  no puede continuar.

        Porque presos políticos? paso a explicarlo, intentado ser lo más claro posible y transcribiendo casi textualmente  lo sostenido por el jurista ya nombrado, Dr. Gregorio  Badeni. El mismo se pregunta, a raíz de sentencias dictada por la Corte Suprema de Justicia, en casos de lesa humanidad, ” cuál es el ordenamiento jurídico  vigente en la Argentina? ¿La Constitución Nacional esta subordinada a los tratados internacionales sobre derechos humanos, a la Convención de Viena, a los principios  del derecho internacional? ¿cuáles son los delitos de lesa humanidad y cuál es su tipificación legal? ¿Es aplicable el principio constitucional de legalidad respecto de tales delitos? ¿Subsiste el principio de la irretroactividad  de la ley penal y de ultra-actividad  de aquella que es más benigna? ¿son susceptibles de ser desconocidos los derechos adquiridos en materia penal? ¿la garantía legal de la prescripción, puede ser dejada sin efecto retroactivamente? ¿la garantía del juez natural y de la defensa en juicio pueden ser desconocidas? ¿ El principio de cosa juzgada en materia penal, puede ceder por la aplicación  retroactiva de una norma jurídica? ¿La Corte Suprema de Justicia dejó de ser el tribunal supremo de la Nación?” (LA LEY – Suplemento de jurisprudencia penal: El caso Simón y la supremacía constitucional).

                En primer lugar refiere Badeni a los Tratados internacionales sobre derechos humanos, a los que delimita señalando que los mismos no pueden desconocer los derechos y garantías expuestos en la primera parte de la Constitución, ni asignarles una protección inferior a la resultante de la leyes que sanciona el Congreso, con total prescindencia de la persona beneficiada, en salvaguarda del principio de igualdad (art. 16 C.N.).

                Por otra parte resulta inadmisible que los llamados delitos de lesa humanidad no puedan ser objeto de indultos o amnistía, que son prerrogativas que la Constitución le otorga al órgano Ejecutivo. Y en cuanto a la imprescriptibilidad de la acción penal de tales delitos, sería admisible siempre que no tenga efectos retroactivos.

                Recuerda el Dr. Badeni, que en aquella noche ya referida del 25 de Mayo de 1973, fue sancionada la ley  de amnistía 20508 respecto de los hechos delictivos ejecutados hasta esa fecha y se extendió a los integrantes de diversas agrupaciones terroristas. Se trató en realidad de una verdadera auto- amnistía aunque nadie dijera nada.


                Restaurada la legalidad constitucional en 1983, y apremiado por  el planteo gremial del Tne.Conel. Aldo Rico, en Semana Santa, el Congreso dicta  las leyes 23.492 (Ley de punto final) y al año siguiente la ley 23.521 (Ley de obediencia debida). La primera dispuso la extinción de las acciones penales contra los integrantes de las Fuerzas Armadas y de seguridad, como así también de los miembros de los organizaciones guerrilleras. La segunda establecía que no eran punibles los delitos cometidos en cumplimiento de una orden superior.

                Señala correctamente Badeni, que la aplicación de ambas leyes cerró con efecto de cosa juzgada los procesos iniciados, extinguiendo las acciones y las penas tal como lo hizo  la ley de amnistía de 1973 (ley 20508)  . La aplicación de dichas normas provocó adquisición de derechos que no pueden ser desconocidos por una ley posterior.

                Quienes bregamos por un estado de derecho justo, vivimos con angustia y estupor la nulidad de ambas leyes. En esto la izquierda y sus socios no tienen límites. No importa que ello sea un atentado al derecho y a la justicia. Se trataba de seguir manteniendo viva la idea de la revolución permanente que les permitiera continuar con la persecución a quienes los habían derrotado militarmente  y asegurar  la impunidad para no responder jamas por sus propios crímenes.

                Cualquier estudiante de derecho sabe que las leyes no pueden anularse. Se derogan pero no se anulan. La diferencia radica en el cumplimiento de efectos jurídicos durante su vigencia como norma positiva. Ello es vital para la seguridad jurídica.

                Fernando R. Moreno nos ilustra desde el mismo ejemplar de La Ley, que dicha nulidad importó “…una resolución de grave trascendencia cuya consecuencia práctica es que virtualmente se dejan de lado principios liminares de nuestro derecho constitucional y penal como el de legalidad, aplicación de la ley más benigna y el de cosa juzgada”.

                Finalmente carga Badeni contra la liviandad de nuestros gobernantes, legisladores y jueces: “…resulta inadmisible disponer que no existió una ley que tuvo real existencia; que fue sancionada por un gobierno constitucional; que fue aprobada por el Congreso; que fue aprobada por el Poder Ejecutivo; publicada en el boletín oficial; aplicada por los jueces y declarada constitucional por la Corte Suprema de Justicia mediante varias sentencias firmes con autoridad de cosa juzgada.

                Resulta increíble que salvo los Dres. GREGORIO BADENI, JAVIER VIGO LEGUIZAMON (Ab.defensor de la familia Laraburre) y “Abogados por la justicia y la concordia”, ningún otro hombre del derecho ni instituciones o colegios que los representan haya levantado la voz. Para que se entienda, estamos hablando de una grosería jurídica.
       
                Y sobre lesa humanidad que tanto gusta invocar  a la izquierda, que carga con millones de muertos por dicho delito, debemos decir que la definición precisa de  los mismos se diluye cuando corresponde tipificar a las conductas delictivas. A falta de tipificación serán los jueces quienes la fijen arrogándose potestades  legislativas que obviamente no tienen.

                La no vigencia del  principio de irretroactividad  de la ley penal que sostuvieron los votos de los ministros de la Corte, salvo la disidencia de Carlos Fayt, la respaldaban en el texto de la Convención  sobre imprescriptibilidad de  los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de lesa humanidad y otros tantos principios del derecho internacional. Aclara el Dr. BADENI que ello no se compadece con el texto  de la Ley Fundamental, porque si bien la prescripción no tiene naturaleza constitucional, su imposición legal impide desconocerla con efecto retroactivo (art. 18 CN). Además, la reserva formulada  al art. 15 inc. 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos justamente resguarda el principio de legalidad que impone la precisa tipificación de los delitos por una ley previa.

                Agrega además con su atildado estilo, que “la lectura de la sentencia genera la percepción de que existiría en el ánimo de los jueces una decisión predeterminada cuya base de sustento no se hallaba en la Ley Fundamental. Tal circunstancia explica la omisión de toda alusión a los debates suscitados en la Convención Reformadora de 1994 sobre los alcances del art. 75, inc. 22 de la Constitución”.  Del voto del Juez Petracchi en el caso “Simón” debemos colegir que no se trata ya de adecuar el derecho que emana de nuestra Carta Magna “sino de introducir preceptos ajenos a nuestras más caras tradiciones jurídicas provocando un proceso de mutación: subordinar la Ley Fundamental al Derecho Internacional.”

                “La Constitución establece, expresamente, la supremacía de ella sobre los tratados (art. 27) y,  si bien la interpretación de estos últimos debe ser integradora, ella no puede traducirse  en una alteración de la letra y espíritu de la Ley Fundamental.”

                Así las cosas, establecida la indignidad de quienes han bastardeado el derecho, nos queda decidir cómo seguir caminando. Una y otra posición responde a convencimientos firmes en las ideas a las que ninguno esta dispuesto a renunciar.

                Nos despabila Nicolás Bobbio: “No existe ideal que no esté encendido por una gran pasión. La razón que aduce argumentos en pro o en contra viene después. Por eso los grandes ideales resisten el paso del tiempo y la variación de las circunstancias”. En parte tiene razón. Derecha e izquierda, términos a los que Bobbio entiende que hay que devolverles la ciudadanía política y moral que conllevan, en nuestro país siguen enfrentados sin posibilidad de tregua a la vista.

        Ello lo advierte magistralmente Abel Posse en “ Sobrevivir Argentina”:  “…..desde el comienzo se dieron  entre nosotros dos fuerzas irreconciliables: adoptar a ciegas las propuestas de la modernidad y por otro lado querer seguir siendo como habíamos sido genuinamente. En resumen: por un lado la dinámica de ser, tener y hacer y por el otro la reactividad de nuestro estar como prolongación de la vida esencial: la tierra, el trabajo, la religión revelada, las tradiciones, la maduración del pasado heredado en el presente y el ingreso genuino en el futuro…..Con el devenir de la historia, Argentina devino en un país atípico, de izquierda. Y por ello se convirtió en imprevisible, insubordinado y rebelde. Apuesta siempre a una rebeldía estéril, adoptando una simpatía perversa ante el delincuente sin causa. El kirchnerismo lleva doce años demoliendo las garantías personales y la espina dorsal del derecho Penal para favorecer indecentemente a los montoneros en el poder. Se exhibe una vez más esa extraña dialéctica política, propia del izquierdismo progre, como se vió vergonzosamente en la llamada contracumbre de Mar del Plata en el 2004”

                Inicialmente  manifesté  que me senté a escribir en nombre de la educación  que con mi señora le dimos a nuestros hijos y Dios mediante le daremos a nuestros nietos: una fe inquebrantable en Dios Nuestro Señor Uno y Trino, respetando el Orden Natural por El creado y dispuestos a transitar la vida en una libertad orientada al bien común dentro de una sociedad formada  a partir de la familia y respetuosa de las instituciones.

                En virtud de todo lo dicho, solo nos queda vivir cara a Dios, respetándonos unos a otros más allá de nuestras diferencias, de nuestras ideas y principios. Ello no significa renunciar a reclamar en justicia el derecho a la libertad que tienen nuestros presos políticos.

                Dios ilumine a nuestra gente.

3 comentarios:

  1. Muy bueno Jorge. Lamentablemente la historia de los 70 está contada por una sola "pata", que además, son los que perdieron.- Pero soy un convencido, que alguna vez se contarán los verdaderos acontecimientos, pero nosotros no estaremos.- Por eso sigamos aportando a nuestras familias los valores éticos y morales con los que nos criaron nuestros padres.-No te olvides que la familia es la primera célula de la sociedad, y una célula (valga la redundancia) sana, se corresponde, con una sociedad sana.-

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  3. ...Una exposición preclara y brillante..."Gutta cavat lapidem, non vi sed saepe cadendo"...

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